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La Fórmula Monarquiana del Concilio de Sárdica (343 d.C.): El Legado de Osio de Córdoba

Un concilio decisivo en la historia de la fe cristiana

El Concilio de Sárdica, celebrado en el año 343 d.C., representa uno de los momentos más significativos y menos comprendidos de la historia doctrinal de la Iglesia primitiva. Ocurrió en un contexto de gran tensión teológica y política, apenas 18 años después del influyente Concilio de Nicea (325 d.C.), que había definido que el Hijo es "de la misma sustancia" (homoousios) que el Padre. Sin embargo, el aparente triunfo de la fe nicena pronto se vio amenazado por el resurgimiento del arrianismo, especialmente en el oriente del Imperio, donde muchos líderes eclesiásticos y políticos simpatizaban con esta postura que negaba la plena divinidad de Cristo.

Fue precisamente en medio de este conflicto que surgió la necesidad de un nuevo concilio. Sárdica, ciudad situada en la actual Bulgaria, fue el escenario de este encuentro convocado por los coemperadores Constante (de Occidente) y Constancio (de Oriente). Aunque ambos eran cristianos, representaban intereses teológicos opuestos: Constante era partidario de la fe nicena, mientras que Constancio se inclinaba por los arrianos. A petición del obispo Julio de Roma y con el respaldo del emperador Constante, se encargó la dirección del concilio a Osio de Córdoba, una figura clave en el cristianismo occidental y uno de los más influyentes defensores de la unicidad de Dios.

El Concilio de Sárdica no solo fue un intento por resolver las disputas doctrinales de la época, sino también una afirmación contundente del monarquianismo (unicidad), doctrina que proclamaba que el único Dios verdadero es el Padre, y que el Hijo y el Espíritu no son personas divinas separadas, sino manifestaciones de ese único Ser divino. Esta visión contrastaba fuertemente con el arrianismo que relegaba a Cristo a una categoría inferior, y también con las formas tempranas del trinitarismo que estaban empezando a surgir, especialmente en el pensamiento de los teólogos capadocios.

Aunque los obispos orientales, al percibir la inclinación del concilio hacia la fe nicena y monarquiana, se retiraron y celebraron un sínodo paralelo en Filipópolis, los líderes occidentales encabezados por Osio aprovecharon la oportunidad para reafirmar la fe en un solo Dios indivisible, rechazando tanto la división de hipóstasis como la creación del Hijo.

La fórmula de fe que surgió de Sárdica, suscrita por Osio y otros obispos occidentales, representa una de las más firmes y claras declaraciones de la teología unitaria (monarquiana) en los primeros siglos del cristianismo. Su contenido y su recepción marcan una línea divisoria entre dos modelos teológicos: el occidental, marcado por la unicidad y la indivisibilidad de Dios, y el oriental, cada vez más inclinado hacia una formulación trinitaria.

Así, el Concilio de Sárdica se convierte en una bisagra histórica: por un lado, la continuación del legado de Nicea; por otro, un testimonio vivo de que en gran parte del cristianismo primitivo, la fe en un solo Dios, manifestado en Cristo, seguía siendo la columna vertebral de la doctrin

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Contexto histórico del Concilio de Sárdica

Conflictos tras el Concilio de Nicea

Luego de Nicea (325 d.C.), el arrianismo ganó terreno, especialmente en el Oriente, generando persecución contra líderes nicenos como Eustacio de Antioquía, Atanasio de Alejandría y Marcelo de Ancira.

El papel del obispo Julio de Roma

En 340, Julio de Roma recibió en comunión a Marcelo y Atanasio, lo que provocó la reacción de los arrianos en el sínodo de Antioquía (341), donde formularon una confesión semiarriana.

Convocatoria del Concilio de Sárdica

Ante la tensión doctrinal, el emperador Constante promovió la convocatoria del Concilio en Sárdica. Osio de Córdoba, defensor de la fe nicena, presidió el evento. Los obispos orientales, al percibir la influencia occidental, se retiraron y celebraron un sínodo paralelo en Filipópolis.

Ruptura temporal entre Oriente y Occidente

Posiciones encontradas

Mientras los occidentales rehabilitaban a Atanasio y Marcelo, los orientales ratificaban su excomunión y condenaban también a Osio y a Julio de Roma. Esta división profundizó la fractura entre ambas partes del Imperio.

La Fórmula de Fe del Concilio de Sárdica

Redactores y teología subyacente

Teodoreto de Ciro y otros testigos conservaron el texto de esta fórmula, posiblemente redactada por Osio y Protógenes. La mayoría de estudiosos concuerdan en que refleja una teología monarquiana con influencias de Marcelo de Ancira.

Puntos clave de la Fórmula de Sárdica

1. El único Dios verdadero es el Padre

“Confesamos que el Logos es la Palabra de Dios Padre... Creemos que el Logos es el verdadero Dios, y Sabiduría y Poder.”

2. Cristo es el único Dios verdadero

“Declaramos excomulgados… a aquellos que dicen que Cristo es Dios, pero no el verdadero Dios...”

3. El Hijo es el Logos eterno, no un ser creado

“Confesamos que el Hijo es el Poder del Padre... El Logos eterno no tiene principio...”

4. El Espíritu Santo se encarnó, pero no sufrió

“No fue el Espíritu Santo quien sufrió, sino la humanidad con la que se revistió...”

5. Una sola hipóstasis divina

“...el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo tienen una hipóstasis.”

6. Distinción de roles, no de hipóstasis

“Nadie niega que el Padre sea mayor que el Hijo... por el nombre, no por sustancia.”

7. Unidad no es concordia, sino unicidad de hipóstasis

Yo y el Padre somos uno... señalan la unicidad de la hipóstasis.”

Reacciones posteriores a la fórmula de Sárdica

Atanasio y su cambio de postura

Aunque inicialmente se identificó con los monarquianos, tras el Concilio de Sirmio (355), Atanasio buscó alianzas con los semiarrianos y se inclinó al trinitarismo. En el Sínodo de Alejandría (362), desconoció la fórmula de Sárdica.

“...el concilio reunido en Sárdica se indignó y determinó que no se escribiese ninguna fórmula de fe...” (Tomus Ad Antiochenos)

La oposición moderna y la reinterpretación histórica

Historiadores cuestionan a Atanasio

Con el paso de los siglos, el Concilio de Sárdica fue progresivamente relegado a un segundo plano en la historia oficial de la teología cristiana. La razón principal no fue su falta de impacto en su tiempo, sino el giro doctrinal que tomó el cristianismo posterior, especialmente a partir del Concilio de Constantinopla del 381 d.C., que oficializó el dogma trinitario con mayor claridad. En ese contexto, la teología del Sárdica —centrada en la unicidad de la hipóstasis divina— se convirtió en un obstáculo para el modelo trinitario emergente.

Uno de los principales actores de este giro fue Atanasio de Alejandría, inicialmente cercano a los líderes monarquianos como Osio de Córdoba, Marcelo de Ancira y Eustacio de Antioquía. Durante sus años de persecución y exilio, Atanasio recibió el respaldo del sector occidental, monarquiano en esencia, lo cual le permitió resistir los ataques del partido arriano. Sin embargo, tras el debilitamiento del monarquianismo —especialmente después de la deposición de Osio en el Concilio de Sirmio (355 d.C.)—, Atanasio cambió de estrategia.

Autores modernos como J. J. Ayán, M. Crespo y otros sostienen que Atanasio reinterpretó retrospectivamente el papel del Concilio de Sárdica para desacreditar su fórmula teológica. En su obra Tomus ad Antiochenos (362 d.C.), Atanasio afirmó que el concilio de Sárdica no debía considerarse como un evento doctrinal importante, ya que —según él— bastaba con la fórmula de Nicea. Esta declaración ha sido puesta en duda por muchos historiadores contemporáneos, quienes señalan que si la fórmula de Sárdica no hubiera sido aprobada ni significativa, entonces Osio y Protógenes no se habrían molestado en redactarla ni enviarla oficialmente a Julio, obispo de Roma.

Lo que muchos eruditos interpretan es que Atanasio, al aliarse con los semiarrianos homoiousianos para defender la consustancialidad del Hijo (aunque con matices distintos a los de Nicea), necesitaba desmarcarse de una fórmula que afirmaba tajantemente la unicidad de la hipóstasis divina. La fórmula de Sárdica representaba una fuerte afirmación de la unicidad de Dios y un rechazo explícito a la doctrina de “tres hipóstasis”, base del trinitarismo capadocio. Por tanto, era necesario para Atanasio neutralizar o reinterpretar dicho legado, aunque eso implicara contradecir sus propios vínculos doctrinales y personales con los obispos que la promovieron.

En este sentido, lo que Atanasio hizo en el Tomus ad Antiochenos no fue simplemente un comentario teológico, sino una estrategia eclesiológica: al disminuir la autoridad de Sárdica, abría paso a la formulación trinitaria de tres hipóstasis en una sustancia (ousía), que años más tarde sería dogmatizada. En términos modernos, fue una operación de reencuadre doctrinal —una reinterpretación histórica con fines doctrinales concretos.

De esta manera, el testimonio de Atanasio —considerado por siglos como incuestionable por la tradición ortodoxa— es hoy evaluado con mayor objetividad y espíritu crítico por numerosos académicos. Su intento de borrar o minimizar el legado de Sárdica refleja no solo el conflicto entre facciones, sino también la transición doctrinal que experimentó la Iglesia del siglo IV: del monarquianismo apostólico al trinitarismo niceno-constantinopolitano.

Apéndice: Extractos de la Carta Sinodal del Concilio de Sárdica

Convocatoria y condena del arrianismo

“La locura de los arrianos los ha llevado a menudo a perpetrar violentas atrocidades…”

Defensa de Atanasio, Marcelo y Asclepas

“Declaramos la inocencia y pureza de nuestros amados hermanos y compañeros ministros…”

Excomunión de los herejes

“Que sean, pues, anatema para ustedes y para todos los fieles…”

Conclusión: El impacto del Concilio de Sárdica

El Concilio de Sárdica representa un testimonio clave de la fe monarquiana que predominó en el occidente cristiano durante el siglo IV. La fórmula de fe firmada por Osio de Córdoba defendía la unicidad de Dios con firmeza, en contra del arrianismo y también del trinitarismo que emergía. Su testimonio resuena como una afirmación temprana del pensamiento unicitario que aún hoy es objeto de estudio y reivindicación.

Obras Consultadas

Atanasio de Alejandría (c. 296 – 373), Selección de Trabajos y Cartas. Select Works and Letters, A Select Library of the Nicene and Post-Nicene Fathers of the Christian Church, Second Series, Volumes I–VII, Under the Editorial Supervision of Philip Schaff and Henry Wace, WM. B. Eerdmans Publishing Company. https://www.ccel.org/ccel/schaff/npnf204.toc.html

Emanuela Prinzivalli y Manlio Simonetti. La Teología de los Primeros Cristianos (siglos I al V). © 2021, Biblioteca de Autores Cristianos. Traducido por Antonio Osa Gaytan. 

Gonzalo Fernández Hernández, Una Alternativa Ortodoxa al Credo Niceno de 325 en el Sínodo de Antioquía de 341. https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/2027259.pdf 

Gran Enciclopedia Rialp, © 1991, Ediciones Rialp. Concilio de Sárdica. https://www.mercaba.org/Rialp/S/sardica_concilio_de.htm

Julio César Clavijo. El Concilio de Nicea del 325, Fue Liderado por los Unicitarios (Los Monarquianos). https://fe-biblica.blogspot.com/2023/12/el-concilio-de-nicea-del-325-fue.html

Juan José Ayán, Manuel Crespo, Jesús Polo y Pilar González. Osio de Córdoba, Un Siglo de la Historia del Cristianismo: Obras, Documentos Conciliares, Testimonios, pp. 177-187. © 2013, Biblioteca de Autores Cristianos. 

Justo L. González, Historia del Pensamiento Cristiano, © 2002, Publicado por Editorial Caribe, Inc., Impreso en Colombia.

Sozomeno (c. 400 – c. 450). Historia Eclesiástica. The Ecclesiastical History, Translated from the Greek, From Nicene and Post-Nicene Fathers, Edited by Philip Schaff and Henry Wace.  https://web.archive.org/web/20110522183202/http://www.freewebs.com/vitaphone1/history/sozomen.html

Teodoreto de Ciro (ca. 393 – 466). Historia Eclesiástica. The Ecclesiastical History, From Nicene and Post-Nicene Fathers, Second Series, Vol. 3. Edited by Philip Schaff and Henry Wace. (WM. B. Eerdmans Publishing Company Grand Rapids, Michigan). https://www.ccel.org/ccel/schaff/npnf203.toc.html

Todo este ariculo es recogido de el blog  Fe biblia el cual es gran teologo.

Esteban Arispe 24 de julio de 2025
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